¿Por qué se distingue una voz conocida en medio de la multitud?

Cuando en una fiesta los invitados están ya como sardinas en lata, el ruido de fondo se convierte en un animado barullo. Todo el mundo habla en todas direcciones, cada cual trata de hacerse oír por encima de los demás y se forma una masa de conversaciones aparentemente impenetrable. A pesar de ello, casi siempre somos capaces, en una concurrida fiesta, de concentrarnos en el interlocutor que tenemos enfrente y distinguir entre el revoltijo lo que dice. Esta capacidad del oído humano se denomina «efecto cóctel». Es uno de los más curiosos enigmas que plantean nuestros sentidos a los científicos. Durante décadas, los investigadores del oído han intentado comprender e imitar esta extraordinaria habilidad del oído con el fin de aplicarla a la fabricación de audífonos. 

Por el momento se sabe que somos capaces de suprimir los ruidos secundarios perturbadores de 9 a 15 decibelios. Por eso, la fuente sonora que nos interesa da la impresión de oírse entre 2 y 3 veces mejor que el ruido ambiente. Para esta habilidad es decisiva la cooperación de ambos oídos, lo que se llama la «audición binaural». Esto quiere decir que los ruidos que llegan no son percibidos por cada oído de manera independiente, sino reunidos y comparados. En una fracción de segundo el aparato auditivo es capaz de reconocer las menores divergencias temporales en las impresiones acústicas, pues un ruido perturbador que venga de la izquierda llegará al oído izquierdo un brevísimo instante antes que al derecho. El oído aprovecha esa minúscula diferencia de tiempo para localizar la dirección de la que procede el sonido y así podemos concentrarnos conscientemente en una fuente sonora. 

Hasta ahora, los científicos han entendido solo en sus rasgos principales este asombroso aspecto del funcionamiento del aparato auditivo humano; se continúan investigando los detalles. No fue hasta 2008 cuando unos médicos de Heidelberg descubrieron que se transmite al cerebro, a través del nervio auditivo, mucha más información acústica de la que percibimos conscientemente. Según parece, en el sistema nervioso central se filtra una parte de las informaciones sonoras para no sobrecargar la capacidad de asimilación del cerebro. Poco después, unos científicos de Münster explicaron que, conforme a lo esperado, era sobre todo la mitad izquierda del cerebro la responsable del efecto cóctel, es decir, la parte del cerebro en la que tiene lugar el procesamiento del lenguaje. 

Los audífonos modernos imitan este efecto con la ayuda de dos diminutos micrófonos direccionales que reciben todos los ruidos en el oído izquierdo y en el derecho. Ambos audífonos comunican por radio cuáles son, por la diferencia de tiempo, los sonidos que vienen de los lados y los que vienen de delante, porque llegan al mismo tiempo a los dos micrófonos. Con un software especial en los audífonos es posible amortiguar las señales de las fuentes perturbadoras, que son laterales, y reforzar la voz del interlocutor, que viene de delante. Por tanto, un audífono moderno también puede ayudar a una persona con dificultades auditivas a filtrar una voz determinada en medio del barullo de una nutrida multitud. Por supuesto, esta imitación técnica de la «audición de cóctel» está lejos de alcanzar la agudeza discriminadora de un oído sano. La capacidad del oído humano sigue sin tener rival en este aspecto.

Comentarios

Entradas populares