¿Todos los bebés tienen los ojos azules?

Según un dicho popular, «ojos verdes son traidores, azules son mentirosos». Los ojos azules son apreciados porque en nuestra sociedad el color claro representa a menudo la inocencia y la alegría, el cielo y lo divino. No es de sorprender que muchos jóvenes progenitores se pongan contentísimos cuando su hijo recién nacido los mira con unos ojos zarcos tan radiantes como los de Paul Newman. 

El iris que vemos cuando miramos los ojos de un niño tiene dos capas: la superior es incolora, blanda y esponjosa, y está compuesta por delgadas fibras de tejido conjuntivo. Detrás hay una capa coloreada, el denominado «epitelio pigmentario». En los recién nacidos contiene todavía muy poco pigmento. De la luz que llega al iris, en lo esencial son absorbidos solo los componentes de onda larga. Por el contrario, los de onda corta, muy energéticos, son reflejados. El resultado es un color de ojos que hay que clasificar entre el violeta, el azul, el gris y el verde. Pero los típicos ojos azules de los bebés no necesariamente siguen siendo azules, pues en los dos primeros años de vida el color puede cambiar mucho por obra de los pigmentos almacenados. El pigmento más importante es la melanina, una proteína que determina también el color de la piel y del cabello de una persona. Para el azul tiene que haber una cantidad mínima de pigmento. En una concentración un poco mayor, las moléculas de melanina forman un filtro amarillo que, junto con la luz azul, da lugar a un tono verde. Los ojos castaños son consecuencia de que haya una gran cantidad de melanina.

En líneas generales, la evolución ha dado preferencia en los climas fríos a los colores de ojos claros y azulados sobre los oscuros. Se cree que esto depende también de la melanina: en un pequeño número de estos pigmentos se asimila más fácilmente la luz del sol al contacto con la piel y se produce mejor la esencial vitamina D. Por otra parte, la melanina protege a los ojos de ser dañados por el sol. Por eso son más comunes en el sur los ojos de color marrón oscuro o casi negros. Los niños con ojos azules son menos frecuentes. La aparición de diversos matices no se ha explicado del todo aún. Posiblemente tenga un papel en ello la proporción de cobre en la melanina.

Una singularidad es el llamado «albinismo»: en este trastorno del metabolismo no se forma melanina. Los ojos se ven rojizos, porque la luz incidente es reflejada sin obstáculos por la retina, que tiene mucho riego sanguíneo. En la mayoría de los casos, el albinismo se hereda de los padres. Tener cada ojo de un color distinto es otro defecto congénito o un atractivo capricho de la naturaleza, según queramos expresarlo.

En general son varios los genes de los padres responsables del color de ojos de sus vástagos. De las posibilidades de combinación de estos genes surgen matices entre el azul, el marrón y el verde. Si los dos tienen, por ejemplo, los ojos castaños, es poco probable que el niño tenga los ojos azules. En las personas adultas, normalmente el color de los ojos no cambia a lo largo de su vida, a menos que haya una grave inflamación, que suele provocar una coloración verdosa. Algunos medicamentos especiales, utilizados por ejemplo para el tratamiento del glaucoma y para disminuir la tensión ocular, pueden tener como consecuencia modificaciones en el color; dan lugar a una mayor formación de melanina y por tanto los ojos se vuelven más oscuros. 

Un método mecánico para cambiar el color de los ojos son las lentes de contacto de color, que existen en el mercado desde hace años. Con ellas, hasta los ojos castaños pueden convertirse en azules, aunque por supuesto no azul celeste. Pero, como continúa el citado dicho popular, los ojos «negros y acastañados, firmes son y verdaderos».

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