¿Cómo sería la Tierra sin la Luna?

¿La Tierra sin la Luna? La respuesta está clara: ¡sería distinta! Más aburrida quizá, pues no existirían un montón de cosas muy bonitas y divertidas: nada de románticos paseos a la luz de la Luna, ninguna teoría conspirativa sobre si los estadounidenses han estado allí o no, ninguna película de Hollywood sobre el Apolo 13 y ni la mitad de canciones de cuna. Por la noche, desde luego, estaría más oscuro e incluso haría un poquito más de frío, ya que la Luna refleja no solo la luz sino también –cierto que en una medida minúscula– el calor del Sol. Los lobos no tendrían motivos para aullar y los monos no se pondrían, alborotados, a hacer ejercicios gimnásticos de árbol en árbol durante la luna llena. No tendríamos especuladores intentando vender parcelas en el satélite terrestre y,
naturalmente, tampoco habría eclipses de luna ni de sol.

Sin embargo, una de las diferencias verdaderamente importantes afectaría al mar. Y es que la Luna, con su fuerza de atracción, tira de la Tierra, por decirlo de forma simplificada, y sobre todo del agua que se encuentra en su superficie. Así se producen las mareas. Sin la Luna no habría pleamar y bajamar tal como las conocemos. No se podría andar por las marismas ni se producirían mareas vivas; todos los mares serían tan poco espectaculares como el Mediterráneo. Es muy probable que las corrientes marinas también fueran distintas, pues las mareas desempeñan asimismo un papel en su curso. Además, el flujo y el reflujo frenan la rotación de la Tierra sobre su propio eje. Sin la Luna, la Tierra giraría más deprisa y por tanto nuestro día sería más corto. No se puede decir exactamente cuánto duraría: acaso seis horas, acaso diez. Depende de qué otros acontecimientos cósmicos influyeran en la Tierra sin la Luna. En cualquier caso, la vida en semejante planeta sería bastante agobiada. Imagínate: no has hecho más que vestirte y desayunar para salir pitando hacia el trabajo en bicicleta en cuanto amanece, y ya tienes que dar la vuelta porque empieza a anochecer. 

Hay también teorías según las cuales estas elucubraciones no tienen ningún sentido porque en una Tierra sin Luna el hombre ni siquiera habría aparecido. La argumentación es la siguiente: por obra de la pleamar y la bajamar, el intercambio de sustancias alimenticias entre la tierra y el mar se incrementa considerablemente. Sin Luna, es decir, sin mareas, habrían llegado al mar menos sustancias alimenticias. Por eso, de acuerdo con esta hipótesis, la vida en el agua –y con ello en toda la Tierra– no habría podido desarrollarse tan deprisa como lo ha hecho con ayuda de la Luna. Aunque estas teorías no han sido probadas, es verosímil que, en una Tierra sin Luna, los seres vivos fueran distintos de como los conocemos hoy. 

Otro efecto de la Luna es su acción sobre el eje de la Tierra. En mayor medida aún que el Sol, la Luna ejerce una atracción sobre el eje de nuestro planeta y lo hace moverse un poco. Por ello, dentro de unos miles de años, la estrella polar será otra estrella, no la de ahora. Y estará en un cielo en el cual, esperamos, podremos admirar una hermosa y clara Luna, una Luna que fascina de igual manera a los enamorados, a los poetas, a los astronautas y a los lobos.

Fuente: 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea por Martin gent.

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