¿Por qué las olas siempre llegan a la playa en línea recta?

Si damos un largo paseo por la playa en una isla del mar del Norte, podremos no solo sentir el fresco viento en la cara y oír los graznidos de las gaviotas, sino también observar una cosa curiosa: el «fenómeno isla». No se trata de que las personas que viven en una isla sean singularmente testarudas y excéntricas, sino de un desconcertante efecto natural que llama la atención del caminante en cuanto mira al mar: da igual en qué lado de la isla nos encontremos, las olas siempre se mueven en línea recta hacia la playa. Si estamos en el lado occidental de la isla, las olas vienen del oeste; si estamos en el lado oriental, vienen del este. Y esto aunque el viento sople en una dirección constante. Es como si las moviera una mano invisible. 

En alta mar, allí donde se originan las olas, es distinto: el viento sopla sobre la superficie del mar y provoca pequeños remolinos que luego se transforman en olas. Si se mira el mar desde una barca, se puede identificar la dirección del viento por el movimiento de las olas. Solo cuando estas se aproximan a la orilla y la profundidad del agua disminuye poco a poco se añade un nuevo efecto: cuando una ola rueda en diagonal hacia la playa, la parte del frente de la ola que se encuentra más cerca de la orilla, es decir, en aguas menos profundas, es frenada con mayor fuerza por el fondo del mar, y al poco tiempo la ola corre en línea recta hacia la playa. 

Para comprender mejor este efecto podemos imaginar que la ola es un ala delta que tiene que posarse en la ladera de una montaña. Cuando el ala delta se acerca en ángulo a la ladera, en un momento u otro la punta choca con la montaña. Entonces, el impulso que lleva la hace girar hacia la montaña hasta que vuela en línea recta en dirección a ella. De forma similar, la ola gira hacia la playa, cada vez menos profunda, cuando entra en contacto con el fondo del mar. Este efecto es perfectamente comparable a la refracción de la luz en el cristal; los físicos lo denominan «refracción» de una ola. 

Para que tenga lugar este fenómeno es decisivo que la profundidad del agua en la orilla vaya disminuyendo lentamente. Si no es así, se asemeja a una escarpada costa rocosa. En ese caso el fondo estará demasiado profundo como para influir en el movimiento de las olas. Por tanto, en una costa de rocas la mayoría de las olas vienen de la dirección de la que sopla el viento. 

Una playa con escasa profundidad y en pendiente es requisito indispensable para que la ola rompa. El fondo del mar frena las partículas de agua de la parte delantera de la ola cuando ruedan hacia la playa. La parte de atrás de la ola se sigue acercando, de modo que unas olas que en mar abierto aún son bajas y largas se elevan en un frente vertical, hasta que la ola rompe. Tampoco este fenómeno es visible en los acantilados. En ellos, las olas azotan las rocas sin que nada las frene. Por el contrario, en las playas del mar del Norte, poco profundas, se puede observar por doquier cómo rompen las olas y cómo se produce el «fenómeno isla». Y si no se puede, lo más seguro es que haya marea baja.


Fuente: 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea por Martin gent.

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